Saturday, May 15, 2010

Hola a todas y todos los pacientes que están pasando por este momento difícil en sus vidas y en donde en muchos casos se pierde lo más importante que tenemos que es la fe.

Si se preguntan ¿Fe en quién o en qué? Dejo mi testimonio personal para que encuentren esa respuesta.

Hace casi un año, el 22 de mayo del 2009 para ser exactos, entré a emergencia  un hospital en un estado semi-consciente y  de gravedad en donde confronté la muerte física. Fueron 34 días de prueba física, mental y espiritual.

Y afirmo que si no hubiese tenido confianza en Jesucristo que todo iba a salir bien, probablemente ya no estaría más presente ni escribiendo este mensaje para ustedes. Apenas tengo 42 años, y el doctor me ha dicho que mi fortaleza física colaboró mucho, pero más, mi confianza en Dios. El exceso de trabajo, responsabilidades, preocupaciones me llevaron a perder mi armonía interior y a falta de una vida espiritual plena, y ambas me llevaron a ver lo frágil de mi humanidad, pero a la vez, lo grande de el espíritu de nuestro Creador.

Hoy estoy aquí viviendo plenamente gracias a que desde niño aprendí a tener fe, fe en Dios, fe en Jesucristo y en su poder curativo. Todos de alguna manera tenemos que padecer algún mal o enfermedad que nos lleve a un callejón casi sin salida. Sin embargo, en mi caso personal la fe me llevó a salir de el hospital con mayor convicción y con una gran intensidad por la vida. Hoy más que nunca comparto esto con todas aquellas personas que como ustedes y como yo, no es hemos visto de frente a morir.

Les mando todo mi cariño desde la ciudad de Miami en Estados Unidos, país al que emigré hace 20 años y en donde he logrado la mejor conquista que todo ser humano puede lograr, y es, trascender de lo físico y material a un plano espiritual con un nivel de cociencia elevado, de meditación constante y de una forma de proceder pacífica, honesta y auto-crítica.


Cuando todos partamos de este cuerpo, debemos hacerlo con paz y tratando de que cuando pase sea con la seguridad que ese fué el tiempo que Dios nos dió para entender que somos una alma en un cuerpo y no un cuerpo con alma.

Bendiciones a todas y todos ustedes, al Instituto Mario Peña y para todo Brasil con mucho amor en Cristo Nuestro Señor y Dios Padre!

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